domingo, 2 de septiembre de 2012

ANDANADAS CONTRA EL PSC-PSOE

Que en el seno del Partido de los socialistas catalanes, existe una corriente interna que se proclama más catalanista que el resto, es una verdad más que evidente que nadie se ha esforzado nunca en ocultar; y que este grupo ideológico es profundamente federalista, como el resto de militantes no tan catalanistas como ellos, también es de una certeza inapelable.
 
También es verdad que algunas veces se han dado casos concretos de militantes socialistas, quizás de poca convicción en sus principios socialistas, que se han dejado tentar por veleidades nacionalistas, olvidando que los principios fundamentales humanistas que configuran la ideología del socialismo, implican una filosofía internacionalista, que rompe totalmente con las barreras diferenciales, que el nacionalismo intenta siempre imponer como base y fundamento de sus razón de ser. En estos casos y tal como corresponde a un partido democrático, desde el PSC no se ha puesto traba ninguna a la salida del militante en cuestión, para que se acoja al seno de formaciones más afines con su manera de pensar, generalmente el PP en el caso de los nacionalistas españoles o de CiU en el de los catalanes.
 
Un ejemplo muy claro de lo que acabo de exponer lo dio Ferran Mascarell, conseller de cultura, en el anterior gobierno que presidió José Montilla, y hoy de nuevo en el mismo cargo en el gobierno convergente del Sr. Artur Mas. Nadie en el socialismo catalán lo ha criticado, más allá de unos primeros momentos, donde su actitud hizo pensar en un afán por conservar un cargo, frente a una fidelidad a unos ideales.
 
Aunque resulta muy curioso, que quien si parecer, querer aprovecharse de este cambio de camisa del Sr. Mascarell, es Don Luis Recoder, ilustre miembro del nuevo staff convergente i conseller actual de Política Territorial y Obras Públicas, que alienta a los miembros del sector catalanista del PSC a seguir los pasos de Don Ferran
 
Puedo comprender que el ilustre convergente, ande estos días preocupado por el lío en que su partido se ha metido con lo del Pacto Fiscal y un soberanismo de estar por casa, que solo puede conducirles a ellos y al pueblo catalán, a uno de los desastres más absolutos socialmente hablando; y entiendo que una de sus soluciones pueda ser tirar con bala sobre la fuerza que le puede disputar el poder, y como buen nacionalista, incidir en las diferencias para ver de romper una formación que tiene muy claros sus principios y que ha sabido mantenerlos incólumes, desde su congreso fundacional.
 
Si debo reconocer sin embargo, que algunas veces y desde dentro del propio partido, quiero entender siempre movidos por la buena fe, algunos compañeros, quizás en un desmedido afán de protagonismo, lanzan públicos mensajes, o sostienen actitudes que pueden inducir a pensar en serias divergencias interiores; nada más lejos de la verdad, pues es de todos bien sabido que las puertas del PSC están siempre abiertas de par en par, para aquellos que en su madurez hayan variado posiciones y antepongan cuestión identitaria, ante la libertad, la igualdad y la solidaridad; y por el contrario, todo aquel que decide seguir militando, sabe muy bien que el partido tiene sus cauces de debate interno que acaban siempre culminando en los congresos y conferencian nacionales, donde los documentos y proposiciones que se aprueban son defendidas por todos con total unanimidad.
 
Nada van a conseguir, lanzando andanadas ni los de fuera ni los de dentro que pretendan un PSC que deje de ser profundamente socialdemócrata, ni tan solo que nos peleemos y discutamos en público, con nuestros hermanos de los otros puntos de España. En el doceavo congreso celebrado en diciembre del 2011, todo quedó absolutamente claro y nada ni nadie, conseguirá torcerlo lo más mínimo. Si alguien no se siente cómodo ya sabe lo que tiene que hacer, y  hoy con más facilidades que nunca, pues Mas y Recoder anuncian que les recibirá con los brazos abiertos, aunque a mi me cueste lo indecible imaginar a Montse Tura, Marina Geli, Joaquim Nadal o Ernest Maragall, de la mano de Artur Mas y la nueva generación convergente.

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