lunes, 12 de noviembre de 2012

REVOLUCIÓN Y REACCIÓN


Decía Pi Margall a mediados del siglo XIX que la Revolución es la paz y la Reacción la guerra. Eran tiempos convulsos, más o menos como los actuales, donde en España y en el mundo se intentaba evolucionar unas estructuras sociales, periclitadas por las grandes transformaciones que la llamada revolución industrial en plena efervescencia inducía.
 
La democracia entonces, intentaba abrirse paso en una España de nobles y curas, que se negaba siquiera a intuir los cambios liberalizadores que en Europa y América se producían y  determinaban una nueva concepción social del orbe.
 
La situación de crisis económica que por entonces se vivía, y estoy hablando de 1854, provocaba en España insurrecciones en las clases más bajas y pronunciamientos militares de toda índole, signos evidentes de una revolución que se fraguaba en los ambientes de la pequeña y mediana burguesía agrícola e industrial, que veía temerosa la necesidad de un cambio radical para desviar el camino hacia la ruina más absoluta, que España había emprendido a partir del desmoronamiento del imperio colonial.
 
Resulta sorprendente la clara visión premonitoria de Pi Margall, cuando los acontecimientos históricos que se sucedieron no hicieron más que confirmar la celebre expresión,  por cuanto, a todos los intentos revolucionarios que se han producido en España desde entonces, siempre les ha sucedido una contraposición de los elementos reaccionarios en forma violenta cuyo triunfo ha representado en todos los casos un retroceso social considerable.  Véase en el pasado siglo XX, dictadura de Primo de Rivera, una guerra civil, seguida de cuarenta años de autocracia y cuando parece que  de forma totalmente incruenta, se impone el sentido común y con 23 años de gobierno socialista se empiezan a saborear en España, los frutos de un estado del bienestar europeo; la excusa de una maldita crisis, sirve de nuevo a la reacción para hacernos retroceder socialmente 40 años.
 
Porque amigos no lo duden ni un momento, los 23 años de gobierno socialista de la mano de Felipe Gonzalez, fueron los de una auténtica revolución que situó este país en la esfera mundial de las democracias avanzadas. Ahora hemos vuelto por desgracia a un periodo de reacción, donde se intentan desmontar los logros revolucionarios, no dudando para ello en apelar al nacionalismo y el patriotismo, con el fin de enfrentar a unos con otros por aquello de a río revuelto ganancia de pescadores; aunque esto coloque al país o incluso al continente al borde de la confrontación armada.
 
¿No han oído Vds. estos días, de boca de los que se llaman expertos, que la situación en España es parecida a la de los años treinta del pasado siglo XX? 
 
También entonces después de una revolución pacífica como la que representó la proclamación de la II Republica española y la puesta al día del estado español en el seno de la comunidad internacional, por parte de un gobierno de izquierdas. En 1934 la victoria electoral de las derechas, significó el desmontaje de todos los logros democráticos conseguidos, creando además un clima de confrontación entre ciudadanos, que llegó al paroxismo en la nueva convocatoria electoral de 1936 cuando las izquierdas regresan al poder y los poderes fácticos se sublevan, procurándonos el mayor retroceso histórico que nunca ha tenido este país, por un negro período de 40 años.
 
¿Vamos a permitir que nuevamente nos desmonten los logros sociales conseguidos en los años de gobierno socialista? ¿Seremos capaces los españoles de regresar al periodo revolucionario, que ha significado la paz, y el progreso, sacudiéndonos de encima, la reacción en la que estamos inmersos? ¿O lamentablemente nos deslizaremos por la pendiente reaccionaria que nos ha de conducir a un seguro enfrentamiento?

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