miércoles, 6 de noviembre de 2013

OCULTAR LA REALIDAD BAJO LA BANDERA


Montoro ha dicho, no que se vea luz al final del túnel si no que ya no hay túnel y como si fuera un mantra mágico la clase política de nuestro país, intenta hacernos olvidar a los desahuciados, a los trabajadores sin derechos e incluso al 26 y pico por ciento de parados, para lanzarse bajo esta manta que todo lo cubre y lo tapa, como es el tema identitario y el enfrentamiento tribal que ello comporta.

La izquierda escenificó el pasado miércoles 30 de octubre, en el congreso de los diputados, otro lamentable espectáculo de división por el tema del derecho a decidir entre socialistas catalanes y del resto de España, rompiendo unos la disciplina de voto y los otros apoyando una moción de los populistas y reaccionarios de UDyP Evidenciando la poca catadura moral y pobre visión política al proporcionar argumentos a la derecha de este país que ya al día siguiente y a través de todos los medios de comunicación a su alcance, que son casi todos, abonaban entre la opinión, pública la semilla de la desconfianza y la poca credibilidad de la izquierda en nuestro país.

He dicho y repetido en numerosísimas ocasiones que desde el acceso de España a la democracia, todos nuestros gobiernos no han sabido encontrar una base económica estable, que nos permita edificar un sólido edificio, capaz de superar con el mínimo daño posible, los ciclos bajos que la economía capitalista nos procura de vez en cuando. Prueba de ello es que los dos millones de parados, que procuró la imprescindible reforma estructural de nuestra economía, para adaptarla a las exigencias de la Comunidad Europea, acabaron por convertirse en crónicos, por cuanto ni en los máximos tiempos de esplendor de la burbujas inmobiliarias y financieras, cuando los gobernantes hablaban del pleno empleo, se consiguió bajar de esta cifra.

Hoy cuando el número total de parados, triplica la cifra citada anteriormente y la tasa roza el 26% con perspectivas de alcanzar el 27%, no solo por el aumento del número absoluto de desempleados, si no por la disminución del total de población activa. Todo parece indicar que los actuales responsables del gobierno del país, siguen con las andadas y pretenden convencernos en base a cortos y engañosos mensajes, además de desvíos de la atención, que son capaces de, saltándose todas las reglas de la economía, mundial, generar empleo sin crecimiento  o con una tasa ínfima de 0,1% generar y repartir la riqueza.


Sin embargo la dura realidad se impone, día a día, y los mensajes más o menos optimistas que lanzan los gobiernos, caen como fruta madura a los pocos días, cuando sentimos jornada tras jornada en nuestras propias carnes la zarpa implacable de los recortes, el desempleo y nuestro general empobrecimiento. Es esta la razón que impulsa a nuestros derechistas dirigentes, a utilizar el recurso que nunca falla en estos casos, capaz de correr un tupido velo de ilusión colectiva, sobre sus miserias y deficiencias de gestión por no decir claramente latrocinio de unos pocos sobre unas mayorías, como es la apelación al atávico sentimiento de tribu, hoy conocido como nacionalismo. Es así que en Cataluña, cuando deviene incapaz de financiarse en los mercados internacionales y el primer partido del país se encuentra inmerso en graves casos de corrupción, se lanza un órdago soberanista, cargando todas las culpas a una incierta situación de explotación colonial por parte de España.

A el actual gobierno de España, la cosa no puede presentarse mejor, también con el cieno de la corrupción persiguiéndole incansablemente, y poniéndose en evidencia cada vez más la tradicional connivencia del Partido Popular con la justicia, Cuando en todas las encuestas se le pronostica una debacle electoral, tan solo paliada en parte, por la incapacidad del primer partido de la oposición de remontar posiciones, el reto catalán le abre la posibilidad de estimular el sentimiento patriótico español y asi ocultar bajo la misma manta todas sus cuestiones. 

Tanto es así, que en Cataluña, ya nadie habla del expolio del Palau de la Música, ni que CDC tiene la sede embargada como fianza para responder de una más que cierta financiación ilegal, ni que Oriol Pujol está procesado por el tema de las ITV ni que Jordi Pujol Ferrusola, se lucró en gran manera blanqueando dinero de algunas grandes familias catalanas, cuyos nombres curiosamente nunca han trascendido. Tampoco, en España, se habla casi del caso Barcenas, mientras los jueces y altas jerarquías judiciales, buscan el sistema de dejar bien parados a todos los implicados y tampoco del desmantelamiento del estado del bienestar.  Ahora lo que parece importar es solo, para unos la sacrosanta unidad de España y para otros la Cataluña independiente, tratando, unos y otros, que la mayoría no veamos que la derecha más salvaje de toda Europa, nos está expoliando de nuestros derechos más elementales, dejando tanto a nosotros como a las generaciones futuras, en la más absoluta de las miserias

¿Hasta cuándo vamos a dejarnos engañar los españoles?  ¿Seremos capaces de reaccionar alguna vez y salir de debajo de esta espesa manta, de los nacionalismos, central y periféricos? ¿Haremos alguna vez de España un país normal?

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