lunes, 11 de noviembre de 2013

SIN DUDARLO, EL CAMINO DEL PROGRESO ESTÀ A LA IZQUIERDA


No descubro nada nuevo si les digo que la humanidad entera anda metida en un tremendo marasmo, fruto del desmoronamiento de un sistema capitalista que desde su creación en el siglo XVIII,  con altibajos más o menos regulares ha  venido comandando a la mayoría del género humano.

 

Victima de sus propias contradicciones e injusticias, el capitalismo una vez entrado de lleno en la fase imperialista, como venían señalando los marxistas ortodoxos, empieza a colapsar al quedarse sin contrincante alguno, después que en los años 90, cayera el muro de Berlín y se pusieran al descubierto las grandes y pequeñas miserias que se escondían bajo sus alfombras; arrastrando consigo a la socialdemocracia europea, que fue perdiendo progresivamente su discurso de transformación social, al no encontrar el sistema de evitar que el verdadero poder se trasladara de la política al sector financiero privado.

 

Digo esto con la sana intención de poner de manifiesto una verdad como un templo, que deberá ser tenida en cuenta por los dirigentes de la revolución que sin ninguna duda ha de venir, si en verdad son honrados y pretenden la verdadera transformación de la sociedad, no engañando a la ciudadanía.

 

Muy equivocados andan todos aquellos que piensan que el capitalismo, puede volver a sus orígenes y a las claves de la explotación del hombre por el hombre, muy errados van todos los que piensan que volviendo a las soluciones del pasado, es posible mantener un orden social aceptable, los ciudadanos del siglo XXI, gracias a los gobiernos socialdemócratas en la Europa posterior a la segunda guerra mundial, hemos adquirido, el suficiente conocimiento para no dejarnos engañar por las mismas soluciones que nos han conducido al desastre.

 

¿Alguien puede creer que la solución en España pasa por la creación de una nueva burbuja especulativa, como parece están proponiendo los responsables del gobierno y los directivos de la gran banca?

 

Los españoles estamos seguros de lo que no hay que hacer; de lo que no tenemos seguridad alguna es de lo que hay que hacer, más que nada porque el partido de la izquierda moderada y posibilista, anda aún enzarzado en un proceso de "autoaclarado" interno, que le dificulta su puesta al día y la adaptación de sus principios fundamentales a la realidad actual. En el momento de escribir este articulo se está inaugurando la conferencia política del PSOE, quizás la última oportunidad del socialismo español, antes de los procesos electorales que se avecinan, de efectuar el imprescindible “aggiornamento” ideológico, que le permita elaborar un discurso coherente con la realidad del siglo XXI, aprendiendo de los errores del pasado reciente.

 

Hace poco he empezado a releer los discursos y los artículos que escribió Pablo Iglesias, (cosa que recomiendo encarecidamente a todos los socialistas convencidos), hecho que me ha permitido valorar en toda su dimensión este gran personaje, en particular por su gran capacidad y acierto en el análisis de la realidad de su tiempo, así como en la previsión de su evolución, y la posibilidad de la intervención de la colectividad para modificar el curso de la historia. Ello me ha permitido comprender la negatividad de estos que hoy día se consideran ultraortodoxos del socialismo y que lejos de evolucionar, pretenden, quizás por miedo al cambio, que la clase obrera es la misma que en el siglo XIX y que el poder sigue en los propietarios de los medios de producción, cuando todo el mundo hoy sabe que a partir de la reacción, que no revolución, ultraconservadora de Ronald Reegan y Margaret Tatcher, reside en un sector financiero, actualmente totalmente fuera de control.

 

Cuando Pablo Iglesias, habla del control de los medios de producción por parte de la clase obrera, hoy debemos convenir que el control hay que ejercerlo sobre el sector financiero, con el fin no solo de conseguir el reparto equitativo de la riqueza generada, si no de poner a las empresas en disposición de generar esta riqueza.

 

Cuando a finales del siglo XIX, el proletariado era la clase social explotada, empobrecida que necesitaba organizarse para luchar contra la clase dominante, a la que se le podían poner perfectamente cara y ojos, y así sobrevivir, hoy debemos remitirnos a unas clases medias, pequeños empresarios y profesionales liberales,  además de la clase obrera como los que sufren dramáticamente en sus propias carnes el despotismo de un nuevo e indeterminado poder como son los llamados “mercados”.

 

Si bien el universo de actuación posible en tiempos de Pablo Iglesias se limitaba al interior de las fronteras de la nación española y la vocación internacionalista del socialismo, casi podríamos decir no pasaba de un mero ejercicio ideológico; hoy ante el fenómeno de la globalización, que las nuevas tecnologías de la comunicación han permitido, con la consecuente promoción de grandes movimientos migratorios, hacen del todo imprescindible la afirmación del internacionalismo izquierdista, que encuentra en el federalismo moderno, su formula práctica de convivencia de culturas y entidades nacionales distintas, pero con voluntad de construir un proyecto común.

 

Hago estas consideraciones con la intención me sirvan para reflexionar o mejor dicho confirmar, el principio que encabeza este articulo: El camino del progreso, y la justicia social siempre se encuentra en lado izquierdo, además de reafirmar que los principios básicos del socialismo, Libertad, Igualdad y Solidaridad, siguen siendo permanentes, aunque las estrategias para conseguirlos o defenderlos deban adaptarse a las circunstancias actuales.

 

Por otra parte considero imprescindible, tener la mente abierta de la misma manera que Pablo Iglesias la tenía, y que huyendo de la ortodoxia y de fundamentalismo alguno, analizar  las circunstancias del momento social que nos  toca vivir, con el fin de adaptar las estrategias y conseguir un mundo mejor para nuestros conciudadanos.

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