domingo, 5 de abril de 2015

¿SIGUE SIENDO VÁLIDO EL PROYECTO EUROPEO?


Es la pregunta que me sigo haciendo todos los días, cuando veo en los máximos dirigentes actuales un regreso a las posiciones de nacionalismo a ultranza por parte de la derecha dominante y un, digamos poco entusiasmo, en las posiciones federalistas por parte de una socialdemocracia, que parece no encontrar su camino ni proyección en un futuro inmediato.

La caída del muro de Berlín en 1989, y la finalización de la Guerra Fría, por el hundimiento de la potencia que representaba la URSS, abrió el camino a una época de unipolaridad en el Mundo, donde los EEUU, representaban un único poder dominante en el concierto de naciones, en base no solo a un poderío económico si no a una supremacía incontestable de su fuerza militar. Así el gendarme del mundo, se permitió el lujo de invadir países, como Afganistán e Irak, en pro de una lucha por la libertad, y en defensa de sus intereses económico relacionados principalmente por mantener su monopolio en el mercado mundial de petróleo.

Sin embargo, el fracaso en una y otra contiendas, además de provocar con su liberalismo a ultranza una crisis del sistema de incalculables proporciones, ha hecho considerar a muchos pensadores actuales, la gran equivocación que representa dejar en unas solas manos el poder real en el mundo, apostando no por una bipolaridad enfrentada como fue el siglo XX, si no por una multipolaridad, que a tres o a cuatro, obligue a pactar entre superpotencias para solucionar los conflictos.

China a la cabeza de los países llamados emergentes está deviniendo una fuerza de hecho en el panorama internacional, Los EEUU, por descontado, Rusia con su influencia en países del mundo árabe, podría ser también otro polo y según pensaron los padres de la UE, al final de la segunda guerra Mundial, Europa el cuarto polo.

Pero claro, una negociación siempre significa cesión, por cada una de las partes, y si además tenemos en cuenta que buena parte de las llamadas oligarquías del planeta, siguen apostando por el viejo capitalismo salvaje que ya nos condujo a dos guerras mundiales en el pasado siglo XX, y por el injusto sistema de la explotación de unas mayorías por parte de una pocas élites, nos encontramos con las gran contradicción de intuir una solución justa, y sin embargo ver como las circunstancias y las decisiones que se adoptan por parte de nuestros representantes, van en sentido totalmente contrario. 

Es así como se intenta resucitar y poner de nuevo al frente la vieja teoría nacionalista, para dividir e impedir, por ejemplo, que la UE devenga una súper estructura federal, con el fin de mantener muy baja la capacidad de competencia frente a otras grandes estructuras como los EEEUU, Rusia, China etc. La antigua URSS, se desmanteló también desde la base nacionalista, apartando a un Mihail Gorbatxov, que intentaba preservar la unidad, hasta entonces mantenida por el sometimiento de la dictadura comunista, en base a un proceso democratizador y federal, substituyéndolo por un ultranacionalista como Boris Ieltsin. También se han pervertido las ansias de libertad en el mundo árabe, cuando el fenómeno denominado “primavera árabe”, se ha gestionado tan mal por parte del llamado mundo libre, que el resultado no puede ser más desolador, con un reguero de estados fallidos, en buena parte de África, para beneficio de unos cuantos aprovechados que siguen explotando sin consideración ninguna para los africanos, sus recursos naturales más preciados, petróleo, minerales de alto valor, etc.etc.

Nuestra forma de pensar debe cambiar, debemos sacudirnos de encima el lastre nacionalista, para abrir un futuro lleno de esperanza, debemos regresar a la idea de colaboración en lugar de la competitividad entre nosotros, para conseguir el éxito; debemos regresar a los grandes valores humanistas de libertad, igualdad y solidaridad como base principal de nuestro pensamiento, con el fin de transformar la injusta sociedad actual, y legar a nuestros descendientes un mundo mucho mejor del que hemos conocido.

Europa podía ser el ejemplo de convivencia y progreso a través de la unión de culturas y realidades muy diferentes y de hecho el camino estaba emprendido; sin embargo, alguien se dedicó desde unos años a esta parte a reintroducir el gusanillo nacionalista y hoy nos encontramos con que desde los países del norte se acusa de vagos y malgastadores a los del sur, que en lugar de tender a buscar la igualdad y la solidaridad con los más débiles, se incrementan todos los mecanismos que provocan la desigualdad más creciente y la sensación en los países del sur de ser explotados por los del norte. Mientras gracias a las políticas de austeridad, y de recortes en los derechos sociales en todo el continente, están proliferando los movimientos populistas de derecha en el norte y de izquierda en el sur, con un denominador común ambos, como es el anti europeísmo.

Hoy se habla de expulsar a Grecia de la Zona Euro y de la UE, o bien en Gran Bretaña, el partido aerófobo UKIP, nos llega a decir que el progreso pasa por la salida de la UE; la marcha de cualquiera de los dos países, significaría con toda seguridad el fin del proyecto y la victoria de los que con tanto ahínco han luchado, para que la Unión en Europa no fuera una realidad, para defender sus mezquinos intereses y privilegios.

No se pueden poner palos en las ruedas del progreso y estoy más que convencido que a la larga vamos a superar todas las dificultades y la Europa Federal verá la luz, sin embargo, si atendemos solamente a lo que hoy se nos presenta, resulta del todo lógico que no veamos llevar la dirección adecuada y que nos preguntemos si el proyecto sigue valiendo la pena, o quizás sería mejor olvidarlo, aunque la alternativa sea el nacionalismo disgregador a ultranza, preocupándose cada uno por lo suyo y mirando de explotar al otro; cuestión que ya en 1914 nos condujo al desastre más absoluto con dos devastadoras guerras mundiales.

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