domingo, 6 de mayo de 2018

REFLEXIÓN ANTE LA DISOLUCIÓN DE ETA




El pasado viernes día 4 de Abril, los españoles recibimos una gran noticia, que no por esperada fue menos satisfactoria, como fue el anuncio oficial de disolución de la Banda Terrorista ETA, que desde el año 2011 había cesado en su actividad causante de gran dolor y muerte, a los españoles en general y a los vascos en particular.

Aunque su discurso, efectuado por un Josu Ternera en paradero desconocido, intentara presentar a la banda terrorista como un mal necesario, para la supervivencia del pueblo vasco, y que si se auto disolvía era por voluntad propia cualquier español con dos dedos de frente, sabía que la realidad era bien distinta y que a la situación se había llegado porqué ETA había sido derrotada por completo, en su enfrentamiento con el estado democrático, cuestión que el presidente del gobierno Mariano Rajoy, acabó de dejar bien claro, el mismo día por la tarde diciendo que no pensaban otorgar ningún tipo de clemencia con los miembros de la banda encarcelados y que se seguirá persiguiendo a los que aún no lo están.

De hecho, el 30 de diciembre de 2006, cuando ETA, colocó un coche bomba en el módulo D del aparcamiento de la T-4 de Barajas, no solo se llevó por delante la vida de dos ecuatorianos y hirió a muchísimas personas, sino que hizo saltar por los aires, el proceso de paz, que había emprendido con el gobierno presidido por José Luis Rodriguez Zapatero y que estaba destinado a pactar con la banda terrorista su autodisolución. Los obcecados dirigentes de ETA, no quisieron darse cuenta que con ello, arruinaban la única salida más o menos honorable que le quedaba, al perder con ello, la poca confianza que les quedaba en la sociedad vasca, que ya desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco, les había empezado a retirar el apoyo. Fue en cierta manera optar por morir matando, no con la finalidad de conseguir objetivo alguno, si no por esta especie de nihilismo que siempre acaban teniendo todos aquellos que deciden usar la violencia como un método de lucha política.

Es de notar que en el acto que la banda organizó en la localidad francesa de Cambó, cercana a la frontera española, para solemnizar el acto de  disolución, no asistieron los representantes de los gobiernos vasco, y navarro, ni mucho menos del español, tan solo representantes de los partido nacionalistas vascos, dejando bien claro que nadie quiere dar valor político alguno a una banda criminal que fue incapaz de negociar una salida aún cuando estaba acorralada.

De hecho todos debemos ser conscientes con las decisiones que tomamos en momentos determinados, y de las consecuencias que pueden acarrear, no solo a nosotros particularmente si no a los que nos siguen a pies juntillas, como es el caso que nos ocupa y quieras que no, me ha hecho pensar en el tema del independentismo catalán.

Carles Puigdemont en un momento determinado, cuando se encontraba acorralado y casi sin salida ninguna, el 27 de octubre del pasado año, optó por rechazar la convocatoria de unas elecciones autonómicas, y lanzarse a la aventura de la proclamación de una independencia imposible, abriendo la puerta a una persecución judicial, a la aplicación del artículo 155 suspendiendo la autonomía y llevando al país, Cataluña, a una deriva totalmente incierta pero en claro descenso en todos los campos, económico y social.

Sin embargo, a diferencia de los sucedido en el País Vasco, la decisión tomada no le quita el apoyo social,  a Puigdemont,  de manera inmediata sino que sus fieles seguidores le siguen apoyando del primero al último, por lo que en la convocatoria de elecciones autonómicas que convoca el gobierno de España, tras la aplicación del artículo 155 y la intervención de la autonomía, mantiene una mayoría absoluta en escaños y un 47% de los votos.

Con todo nadie en este país duda que el independentismo en Cataluña tiene perdido su confrontación con el estado democrático español y que todo es cuestión de tiempo, y después de la decisión tomada y los resultados electorales del 21D, donde los partidos que intentaban situarse en el medio para evitar daños mayores, no han tenido soporte electoral, por lo que la confrontación pura y dura está servida y el final honorable para el bando perdedor se ha ido al traste, por lo que al vencido solo le quedará la humillación más absoluta.  

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